Un ascensor para subir a la torre de la Catedral

“La accesibilidad, argumento principal de esta obra, es algo mucho más serio e importante que subir en ascensor a la torre de una catedral”, declara la presidenta de Amigos de la Alcazaba.

 
Hace diez días comenzaron las obras del ascensor en la torre de la Catedral. La presidenta de Amigos de la Alcazaba, María Teresa Pérez, aprovechó para hacer unas declaraciones a Canal Sur TV en las que manifestaba las dudas sobre este proyecto y reiteraba los argumentos que sostuvimos hace quince meses, cuando se produjo el anuncio del proyecto. María Teresa recordó que la empresa no había accedido a mostrarnos el proyecto ni ha cumplido su palabra de analizarlo en las mismas obras, además de que “la accesibilidad, argumento principal de esta obra, es algo mucho más serio e importante que subir en ascensor a la torre de una catedral”.
 
Cuando se anunció el proyecto en octubre de 2019, Amigos de la Alcazaba se puso en contacto con la Delegada de Cultura, Eloísa Cabrera, que nos manifestó que el proyecto tenía las todas bendiciones legales y que incluso había obtenido el 1,5 % cultural Ministerio de Fomento del Gobierno de España. También nos pusimos en Juan de Dios de la Hoz, el responsable de la empresa “Lavila Arquitectos”, quien subrayó el prestigio de la empresa en el sector de la restauración de patrimonio, “como demuestra que hace unos años obtuvimos el Premio Europa Nostra” por la restauración de seis iglesias afectadas por el terremoto de Lorca, además de estar encargada de otros proyectos, como los castillos de Tabernas, Cuevas del Almanzora y San Juan de los de Pulpí. Amigos de la Alcazaba le manifestó su interés por tener acceso al proyecto, pero el responsable de la empresa dijo que no era posible, pero se comprometió a que cuando comenzaran las obras nos mostraría ”in situ” los detalles del mismo. Cosa que ha incumplido.
 
Unos meses antes, en agosto de 2019, el proyecto de instalar un ascensor de cristal en la torre de la Catedral había sido aprobado por la Comisión Técnica Provincial, a fin de corregir el «estado deficiente de conservación» y añadir un «uso cultural-institucional, además de turístico, proponiendo “que la torre sea visitable y accesible” y permita “la contemplación de la ciudad desde la terraza”. Sin embargo, no debió verlo tan claro el jefe del Departamento de Protección de Patrimonio Histórico de la propia Delegación Provincial, que votó en contra porque «supone la implantación de un artefacto de considerable impacto», una «nueva apertura de un hueco en la fachada de la torre» y contraviene el artículo 20 de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía.
 
Pero, en nuestra entrevista con la empresa, Juan de Dios de la Hoz manifestó su desacuerdo con los argumentos del Jefe de Servicio, asegurando que el proyecto “no contradice el artículo 20 de LPHA”, «respeta las aportaciones de todas las épocas y las pátinas y expresamente se indica que no se eliminará ninguna de ellas», “es completamente reversible”. Además, indicó, su realización permitirá “conservar un edificio que no puede visitarse, por la dificultad de sus accesos y por la falta de medidas de seguridad, y facilitará la accesibilidad a la ciudadanía, pues con este ascensor, de pequeñas dimensiones, personas de todas las edades y condición física podrán acceder a la Torre-campanario, como un mirador de la ciudad”.
 
Como decíamos al principio, las obras ya han comenzado, nadie nos ha permitido ver el proyecto ni nos ha invitado a explicárnoslo en las obras, el jefe de servicio que se apuso al proyecto ya no está en la CTP y las dudas aumentan justificadamente. Ya es demasiado habitual en nuestra tierra que los proyectos los veamos nacer sin información ni debate público. Y eso nos parece muy poco serio, poco democrático y con harto frecuencia engañoso.
Pero al margen de todas las cuestiones técnicas, que ofrecen muchas dudas, hay una pregunta que deberíamos hacernos: realmente, ¿por qué se construye un artilugio que nada tiene que ver con la historia y los materiales del edificio histórico?
 
Y surge el gran argumento: con esta obra se trata de facilitar la accesibilidad de la torre de la Catedral, de hacer el Patrimonio más accesible para las personas con dificultades de movilidad. ¿Quién podría oponerse a eso? Pero resulta que manejar este concepto de accesibilidad física, de sustituir los escalones por un ascensor, es devaluar ese gran logro que sería conseguir la accesibilidad universal, que implica que todos los entornos, bienes, productos y servicios puedan ser utilizados por TODAS las personas de manera autónoma, segura y eficiente, y también que puedan ser accesibles cognitivamente.
 
Como vemos, no parece que acceder en ascensor a la torre de la Catedral pueda considerarse una prioridad. ¿Entonces? ¿Será más bien que el proyecto obedece más a intereses económicos y turísticos que estrictamente patrimoniales?
 
AMIGOS DE LA ALCAZABA

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