El patrimonio hidráulico del Valle del Andarax

Amigos de la Alcazaba vive el patrimonio hidráulico del Bajo Andarax de la mano de Juan Antonio Muñoz Muñoz, el gran especialista de la cultura del agua de Almería

El Andarax ha sido fuente de vida, alumbrando culturas y poblaciones desde hace 5.000 años: Millares, Urci, Bayyana, Almería…

Amigos de la Alcazaba continúa sus tareas de difusión, defensa y disfrute del patrimonio, no solo en la capital, sino también con numerosas salidas a la provincia, recientemente con la visita a los Paisajes y Cultura del Agua, dentro de su programa “Senderos de Historia” por la provincia de Almería. Esta vez un numeroso grupo de asociados visitó el Valle del Andarax de la mano de Juan Antonio Muñoz, el gran especialista de la cultura del agua de Almería.

Las tierras almerienses poseen uno de los mayores índices de aridez de Europa y, sin embargo, el Valle del Andarax está bendecido por la abundancia, gracias a las aguas procedentes de las altas cumbres de las sierras Nevada, Gádor y Filabres. “Como en un pequeño Nilo, la línea de la vida la marca el verdor de los cultivos, nutridos por las aguas del río y sus limos.  Abajo,  en la vega, el sol favorece el crecimiento de las plantas, mientras que arriba, fuera del alcance de la red de acequias, la tierra castigada por la fuerte insolación apenas puede soportar pequeñas comunidades vegetales, oasis perdidos, donde el hombre ha sabido domesticar el paisaje aprovechando el agua extraída del subsuelo, de las lluvias y de las fuentes”, señala Juan Antonio Muñoz.

En torno a este corredor verde se ha articulado la población desde hace más de 5.000 años, con el poblado fortificado de Los Millares en Santa Fe, la iberorromana ciudad de Urci en Benahadux, la medieval Bayyana en Pechina y, finalmente, la musulmana y luego cristiana Almería. En nuestra época la población del Bajo Andarax se reparte en siete localidades, hermanadas por el río y por una historia compartida: Santa Fe, Gádor, Rioja, Benahadux, Pechina, Viator y Huércal de Almería, a los que hay que sumar también la capital de Almería.

Desde el Mirador de Santa Fe, los Amigos de la Alcazaba admiraron el espectacular paisaje, con las sierras de Filabres, Gádor y Sierra Nevada. Allí el río se abre paso y la vega se ensancha, convertida en un bosque de naranjos, que antes lo fue de parras y tiempos atrás de moreras. Santa Fe de Mondújar, cruce de caminos, de ferrocarril y de puentes que salvan el Andarax, es uno de los reductos de la cultura tradicional del agua. En este espectacular mirador unos paneles informativos ilustran sobre esta cultura excepcional y única de la que son portadores los almerienses, o al menos muchos de nuestros mayores.

Durante la visita, Juan Antonio Muñoz explicó las técnicas de esta cultura, los usos y trabajos colaborativos tradicionales, que constituye un patrimonio material e inmaterial propio, cuya singularidad e importancia trasciende lo local para conformar un saber único que optimiza la gestión del agua: vega, captación de aguas, galerías, boqueras, fuentes, aliviaderos, partidores, molinos, abrevaderos, canales, acequias, lavaderos, pozos, cortijos, fincas, terrazas de cultivos, aguas claras y oscuras, balsas, argamasones, puentes, acueductos, sifones, norias… ¡Agua, agua, agua! 

Tras visitar la Ermita de la Virgen del Carmen, de influencia andalusí, se baja al río, a la boquera de Jacarrata, la primera y más importante del Bajo Andarax por su situación privilegiada y por ser la que introduce sus aguas en la vega del Bajo Andarax, que luego serán repartidas al 50% en el Partidor de los Siete Pueblos, entre las vegas de Poniente y de Levante. Por encima del río, dos puentes, el más antiguo de 1893, de la escuela de Eiffel, para el ferrocarril, por donde pasó el primer tren de tracción eléctrica de España. Mientras se contempla el puente nuevo por el que circula el tren para Granada.

Agua, desde Los Millares a la Alcazaba

No muy lejos de aquí se encuentra un extraordinario hallazgo hidráulico, que por su antigüedad, complejidad y envergadura tiene un valor excepcional: una conducción de agua de hace 5.000 años, que desde kilómetros arriba llevaba el agua desde Alhama, y atravesando las cuatro líneas de murallas del poblado de Los Millares las llevaba hasta una gran cisterna, a fin de garantizar el abastecimiento del poblado. Cinco mil años después se realizaría la gran obra del Canal de San Indalecio de 1876, con hasta 18 kilómetros de canalizaciones, mayoritariamente subterráneas, llevando el agua hasta los pies de la misma Alcazaba, y creando una segunda vega: la vega del norte de Almería. Por desgracia esta cultura del agua y sus cultivos asociados han sido fagocitados por los nuevos usos y el crecimiento de la ciudad.

Algo más arriba, queda el Estrecho de Galáchar, un entorno donde aún corre al agua buena parte del año y donde introduce su cabeza en la galería drenante de la Fuente de Santa. Un poco más abajo, próximo a la rambla de Gérgal, la fuente de la Calderona. En Galáchar, también quedan restos del bosquete de ribera que orlaba el río hasta hace una décadas y las ruinas decimonónicas de un curiosa escalera de agua que movida por una enorme rueda hidráulica pretendía elevar agua y regar zonas lejanas; nos referimos al Arte de Juanelo, llamado así en honor al sabio Juanelo Turriano, su inventor allá por el siglo XVI.  

También visitaron Santa Fe de Mondújar, donde degustaron sus ricas naranjas, recién cogidas, por gentileza de la su alcaldesa, Trini Góngora, que trabaja con auténtica pasión por el rico patrimonio de su pueblo y que por ello obtuvo el “Premio Alcazaba” de Amigos de la Alcazaba. Su torre nazarí de los siglos XIII-XIV, la iglesia, la Ermita de la Santa Cruz, el Palacio de los Marqueses de Torre Alta… Esencia de Los Millares.

De Gádor hacia abajo se diluye esta cultura secular del agua. Un patrimonio perdido en apenas una generación sin que muchos sean conscientes de su importancia y que ni tan siquiera se haya hecho un trabajo de calado de puesta en valor. Por ello este itinerario, además de un recordatorio sobre la importancia de esta cultura y sus paisajes, quiere ser una llamada de atención para reaccionar.

En definitiva, un espacio y una forma de entenderse con el territorio, que Amigos de la Alcazaba, acompañados de Juan Antonio Muñoz Muñoz, ha pretendido poner en valor tomando como eje la cultura del agua tan genuina y nuestra.

 

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