LA AAAA VUELVE DE SU 4º VIAJE A EGIPTO

AAAA vuelve de su 4º viaje a Egipto, siempre mágico. Esta vez pudimos contemplar el "milagro del sol", que se repite dos veces al año en el Templo de Ramsés de Abu Simbel.

AAAA vuelve de su 4º viaje a Egipto, siempre mágico. Esta vez pudimos contemplar el "milagro del sol", que se repite dos veces al año en el Templo de Ramsés de Abu Simbel.

 

Las pirámides son eternas… pero yo no. Por eso he vuelto a Egipto, una vez más. Hay que ir a Egipto para aprender de quienes saben, decía Kavafis. Allí, donde el futuro no existe, el Sol es desde hace miles de años una promesa diaria de renovada vida. Y el camino es el Nilo.

 Lo remonto desde la Presa de Nasser, navegando por las tierras inundadas de Nubia. Sólo el Nilo en busca de sus orígenes, la inmensidad del desierto y el cielo más estrellado que uno pueda contemplar. Casi en la frontera con Sudán, la figura de Ramsés II en su templo de Abu Simbel es una terrible amenaza para los que se atrevan a traspasar sus dominios.

 Luego sólo hay que dejarse llevar por la corriente, río abajo, con los ojos bien abiertos. El templo de la madre Isis, el mercado de Aswán, la mancha verde de vida luchando contra la amenaza de las arenas del desierto, el baño en el río junto al poblado nubio, las calesas de la tierra de Horus, los barqueros nocturnos de Esna, el templo de Amón en Karnak, el Valle de los Reyes, la montaña de Mertseger, “la que ama el silencio”, la belleza de la reina Hatshepsut, las niñas de Gurna con sus muñecas de trapo…

 Al final, la jungla del El Cairo, donde el orden es el caos. Pero “no-pasa-nada”, dicen los cariotas con un deje de fatalismo. Hay oasis en esta inmensidad de millones de personas. La llamada a la oración en Al-Azhar, el silencio en Ibn Tutun, el chai y la shisha reposada del Fishawi,  el agua “Baraka”, las iglesias coptas, la tramoya del Museo Egipcio, los relieves llenos de vida de las mastabas, las gigantescas pirámides de Dashur, Sakkara, Guiza… como gigantescos interrogantes.

 Dejo Egipto para volver a la “civilización”.  Atrás dejo a Karim, a Said, a Ayman, a mi amigo Pepe… Les prometo que volveré. Inchaalah.

 Francisco Verdegay Flores

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