LA REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES SE PRONUNCIA CONTRA LA RESTAURACIÓN DE LA MURALLA DE JAYRÁN

Fotografía de Juan Sánchez / «La Voz de Almería»

REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE GRANADA

COMUNICADO DE SOBRE LA RESTAURACIÓN REALIZADA EN LA MURALLA DE LA HOYA DE ALMERÍA

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«Con demasiada frecuencia se tiende a interpretar la disposición del artículo 39.2 de la Ley del Patrimonio Histórico Español de 1985 que requiere que las adiciones que se añadan a un monumento sean reconocibles y eviten confusiones miméticas, como un precepto de aplicación radical que obliga a acciones estridentes como única manera de atender el requisito legal. Es más, parece que se intenta usar la ley como coartada para la ejecución de obras de muy difícil justificación.

 En la recientemente concluida restauración de la Muralla de la Hoya de la ciudad de Almería nos encontramos ante un caso paradigmático de esta forma de actuar que contradice los más elementales criterios de una acción restauradora racional y respetuosa con los valores del bien que se pretende conservar. El uso de acero corten para reconstruir partes desaparecidas de dos torres, no sólo hace “claramente reconocible” lo realizado, sino que le confiere un protagonismo absolutamente inaceptable que menoscaba la imagen del monumento. Se suma este caso a otros semejantes como pueden ser el de la muralla de la cerca de D. Gonzalo del Albaicín, reconstruida con placas de granito o el remate del torreón de Huéscar a base de listones de madera de dudosa práctica constructiva, y que van en la línea de potenciar el protagonismo de autor por encima de la salvaguarda de los valores del monumento.

Se carece de la adecuada información para poder analizar en profundidad determinados aspectos constructivos de lo realizado, pero cabe plantear serias cautelas sobre lo apropiado de un material con un coeficiente de dilatación muy superior al de las fábricas a que se ha adosado, así como con un coeficiente de transmisión calorífica y de calor específico que permiten suponer que en las terrazas se podrá cocinar en verano sin necesidad de encender fuego. El acero corten tiene un relativo mejor comportamiento frente a la corrosión que el acero normal sin protección, pero en un ambiente marítimo como el de Almería es más que dudoso asegurar que este producto tenga una durabilidad razonable. Además, el proceso continuo de oxidación que siempre se mantiene, acaba produciendo manchas como ha quedado bien probado en casos como el de la Iglesia de San Francisco de Baeza. El recurso a este material resulta absolutamente arbitrario y caprichoso, sin mayor justificación que la de causar un impacto en el observador que parece obedecer únicamente a deseos de protagonismo del autor y promotores que sólo piensan en que su obra salga publicada en alguna de las revistas “de moda” de arquitectura y se hable de ella a cualquier precio.

Como no podía ser menos, esta actuación ha provocado ya reacciones contrarias de parte de la sociedad y por ello cabe plantearse: ¿Realmente era necesario actuar de este modo en una obra que afecta a bienes patrimoniales que pertenecen a “toda la sociedad”, a la actual y a las futuras? ¿Es ésta la función del Patrimonio: servir para ser utilizado como causa de polémica? ¿No hay otras formas de intervenir en él que no provoquen necesariamente disputas y enfrentamientos?

El proyecto ha estado financiado con fondos públicos, de la Consejería de Cultura y del Estado, y ha contado con la aprobación de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico, lo que al entender de la Academia agrava los hechos, pues cabe preguntarse con qué autoridad se puede ahora prohibir a un ciudadano corriente utilizar, pongamos por ejemplo, una carpintería de aluminio en lugar de una de madera, en un monumento o en un conjunto histórico; o poner un tejado de chapa en lugar de uno de teja. Podrá ser con la autoridad coercitiva que otorga la Ley a la Consejería y a las Comisiones Provinciales, pero ya no va a ser con la autoridad moral que debieran ostentar y que es fundamental para que los ciudadanos participen en la conservación de “su” patrimonio. Este camino de la arbitrariedad es la peor política que se puede aplicar para la conservación de nuestro patrimonio histórico.

En definitiva, la Academia, siendo consciente de que, en todo caso, se trata de una decisión administrativa sometida al control jurisdiccional, considera que ha podido tener lugar una intervención que excede de los permisivos términos de la legislación cultural vigente y que resulta poco respetuosa con el entorno paisajístico y monumental, mereciendo por ello el más enérgico rechazo de nuestra Corporación.

Por todo lo expuesto, la Real Academia considera que deben desmontarse todos los elementos metálicos usados en la reconstrucción de las torres y buscar una solución más respetuosa con la imagen del monumento y con la naturaleza de los materiales que lo integran».

Palacio de la Madraza, 3 de febrero de 2010

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LA VOZ DE ALMERIA  se hace eco de este comunicado en su edición de 14 de febrero, que reproducimos a continuación

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