La atalaya más popular de Almería se desmorona piedra a piedra

Costas instala una valla de seguridad ante el peligro de desprendimiento por orden de Cultura, pero no hay intención de consolidar ahora la torre vigía

Se dice, con acierto, que las torres vigías no son las piezas más destacadas del patrimonio ni pueden compararse con los conjuntos monumentales, pero su valor arquitectónico no estriba en su simpleza individual, sino en el significado histórico del sistema defensivo del que forman parte. La de Torre García posee un añadido que la hace singular y es su especial valor sentimental para los almerienses, ya que desde ella fue divisada la imagen de la Virgen del Mar, patrona de Almería. Pese a estas connotaciones y, sobre todo, pese haber recibido en 1985 la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), su estado de conservación peligra por derrumbes y no parece que haya intención inmediata de asegurar la atalaya más popular de la ciudad.

Atalaya Torre García, Bien de Interés Cultural.

Tras el impoluto y bucólico camino de acceso, la torre vigía, levantada en la segunda mitad del siglo XVI en las inmediaciones de la única defensa medieval de origen musulmán que quedaba en pie cuando Almería fue conquistada por los Reyes Católicos, sorprende a cualquier mirada por el estado deterioro, que ha obligado al Servicio Provincial de Costas a colocar una nueva señal de prohibición del paso y en la que se advierte del peligro existente «por desprendimiento y caída».

La pésima conservación es visible con un simple vistazo a los paramentos de la torre, con piedras desprendidas que se acumulan a su alrededor. No es desde luego el único síntoma de la dejadez arrastrada desde hace años y de los intentos de ser solventada a base de repellos. El azulejo con la imagen de la Virgen del Mar, colocado en 1940, está resquebrajado y es imposible leer la leyenda. La parte inferior de la escalera de acceso a la entrada principal ha desaparecido, seguramente retirada con la intención de evitar accidentes, ya que se encuentra oxidada, al igual que la barandilla superior de la plataforma desde donde se realizaban las señales de aviso en esta torre vigía. El murete exterior, semiderruido, y vertidos varios completan este cuadro de desolación cuya factura, desde luego, no es reciente.

La atalaya de la Patrona se exhibe al visitante con la penuria de requerir una valla de protección desde hace años, valla que puede ser incluso entendida como el icono de la falta de tutela que sobre los elementos patrimoniales sufre Almería. La misma valla ha llegado a permanecer años oxidada y rota hasta hace escasos días, cuando Costas ha procedido a poner una nueva, pero que ya está también desprendida y, por tanto, sin utilidad a la hora de impedir el paso a curiosos.

El vallado perimetral y la señal, que sustituye a la anterior existente en la que se indicaba «ruina», atiende al escrito enviado por la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía, indicando a Costas las patologías que presenta la torre y, en cumplimiento de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, la necesidad de encargar la redacción de un proyecto de conservación, el cual ha de ser autorizado por la Junta para poder ejecutar las obras de consolidación y reparación exigidas.

El escrito fue remitido en noviembre y desde Cultura aún se espera la respuesta del Ministerio de Medio Ambiente, del que depende el Servicio de Costas. Según la información recabada esta semana finalizada, no hay intención gubernamental de acometer una restauración, pero tampoco la consolidación solicitada por la Junta. El escrito de Cultura no es un requerimiento ni una orden de ejecución y, por tanto, no va acompañado de plazos de obligado cumplimiento.

Según los datos de la Junta, difundidos en su día por Europa Press, el estado de conservación es «deficiente», ya que «la cercanía al mar incide en la erosión de los muros, sobre todo, en la zona de arranque y coronación», mientras que los materiales de construcción «sufren un desgaste generalizado» así como también «desprendimientos de revestimientos y humedades de recalo». Además, el vallado «está dañado y no impide el acceso incontrolado al inmueble». Por ello, la Junta pidió a Costas que mientras no se ejecuten las obras de reparación y consolidación, se instalara, como medida provisional de protección para evitar daños personales y al inmueble, vallas móviles ancladas al suelo», así como la citada señalización.

La intervención de Cultura es respuesta a las reclamaciones que ha dirigido en los últimos meses el colectivo conservacionista Amigos del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. Ha enviado escritos tanto a la Administración autonómica como al Ayuntamiento de Almería, donde también intervinieron junto a la asociación Amigos de la Alcazaba en un Pleno sin obtener compromiso ninguno. De hecho, en octubre optó por presentar una queja ante el Defensor del Pueblo Andaluz ante la «desidia de las administraciones en su deber de conservación» tanto de la torre como de los salazones romanos.

MARÍA VICTORIA REVILLA (Diario de Almería, 25-1-2016)

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