EL MAUSOLEO ROMANO DE ABLA: UN EXPOLIO CONSUMADO

Antonio Gil Albarracín nos remite este artículo sobre el Premio «Chumbo Verde 2009» al Mausoleo de Abla, que él investigó en 1983. Antonio Gil es Premio Nacional de Investigación 2008 de la AEAC y miembro de la AAAA.

 

19-agosto-2008

De su pasado romano Abla conserva la memoria de diversas lápidas y un Mausoleo turriforme de base cuadrada cubierto con bóveda de arista, construido a finales del siglo II de nuestra era; desde el siglo XV ó XVI hasta 1936 serviría como Ermita de San Sebastián, a pesar de haber perdido algo más de la tercera parte de sus muros sustentantes, restituidos burdamente con sillarejo. Este singular inmueble, que estudié e identifiqué en 1983 como mausoleo romano del siglo II d. C., fue excavado en  1987, descubriéndose una fosa sepulcral y en el exterior del mismo fragmento de una escultura de mármol blanco de un togado en tamaño próximo al natural; asimismo se constató la reutilización de dicho espacio como vivienda durante el siglo IV.

 

Le fue incoado expediente para su declaración monumental el 20-1-2003, que fue resuelto positivamente el 24-6-2004, figurando desde entonces como Bien de Interés Gutural, máxima categoría de protección prevista por la legislación española en general y andaluza en particular. A pesar de ello, no se realizó un estudio histórico competente antes de acometer cualquier actuación en el mismo.

 

Varias restauraciones o fases de las mismas o revisiones sucesivas de una misma restauración, que importa la denominación del desastre, se iniciaron a partir del año 2006, sin haberse concluido aún en las postrimerías del año 2009: a lo largo de ellas se han ocultado buena parte de los elementos que permitieron conocer su carácter y su complicada historia, se han picado burdamente los muros originales para aplicarle un revestimiento impropio y absurdo, que posteriormente se ha retirado, excepto algunos testigos del mismo, volviendo a dejar el muro original, pero irremediablemente deteriorado, desgraciado resultado de haber destruido su capa superficial; se le han añadido elementos extraños como gárgolas desproporcionadas, portada sorprendente, ferralla impropia y otras sorpresas que seguramente nos irán deparando sucesivas arbitrariedades.

 

Además el coste de semejante disparate ha sido realmente elevado, según los datos aportados por la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía, promotora de la obra, se elevó en la primera fase a la cantidad de 328.017 euros y en la segunda a 404.489 euros, en total 732.506 euros, hasta ahora, pues quién asegura que haya concluido tan generosa actuación.

 

Se ha encargado en ambas fases de la ejecución de semejante chapuza, la denominación ha aparecido en la prensa, a la empresa Construcciones Velásquez, la dirección facultativa de la obra a Jesús Basterra Pinilla y la dirección auxiliar y la coordinación de seguridad y salud a Manuel Blanco González, estableciéndose en 6 meses el plazo de ejecución para la primera fase. Respecto a la segunda la Junta de Andalucía no ha renovado el cartel anunciador de su actuación, equipo y plazos: una extraña muestra de austeridad en medio de tanta generosidad.

 

El resultado, a falta de las sorpresas que aún nos puedan deparar, ya es un auténtico disparate y merece una censura pública de los responsables de semejante expolio, que erosiona gravemente nuestro patrimonio cultural, con evidente desprecio de la máxima figura legal de protección que lo amparaba, precisamente por parte de aquellos que por mandato popular son los garantes de su cumplimiento mediante la adecuada conservación del monumento.

 

En definitiva: un desgraciado, costoso y lamentable expolio.

 

 

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