Aparecen nuevas pintadas en las murallas medievales de Almería

Los torreones medievales de la Chanca  amanecieron “decorados” con la caligrafía propia de las hordas grafiteras que asolan nuestros monumentos y nuestras ciudades

Pintadas en el acceso a la Alcazaba

En la madrugada del día 20 de enero, se ensañaban los bárbaros con nuestro monumento más querido, la Alcazaba, pintando grafitis en el baluarte del saliente, que se sitúa en el extremo más oriental del recinto, así como en las grandes rocas de la ladera en la que se encuentra la entrada del Conjunto Monumental.

La directora de la Alcazaba, María Luisa García Ortega, manifestó entonces que “Creemos que han sido menores de edad de los barrios cercanos, porque normalmente es habitual verlos por estas zonas dando vueltas por la ladera o metiéndose en cavidades en las rocas”, y aunque consideró el acto como “grave”, también le quitó importancia al calificarlo como una “chiquillada”. Tras esta tibia respuesta ante este lamentable atentado contra nuestro patrimonio, no han considerado oportuno desde la Delegación de Cultura presentar una denuncia de este lamentable suceso.

Grafitis en los torreones de La Chanca

Y como lo que sale gratis se repite, tan solo 6 días después, la pasada madrugada del día 26, le tocó el turno a los torreones medievales de la Chanca, situados en la avenida del Mar, que amanecieron “decorados” con la caligrafía propia de las hordas grafiteras que asolan nuestros monumentos y nuestras ciudades.

En contraposición a la inacción de Cultura, la Fiscalía General del Estado ya nos advertía del reducido número de procedimientos que se tramitan por la vía penal en materia de patrimonio histórico: “En ocasiones, el problema reside en la inactividad de la Administración que está obligada a proteger tales bienes y no lo hace”. Las fiscalías de Andalucía atribuyen parte del problema a la limitada remisión de denuncias por parte de la Delegación provincial de Cultura de la Junta de Andalucía.

Las autoridades competentes deben perseguir y denunciar estos atentados contra monumentos o edificaciones que tengan la consideración de Bienes de Interés Cultural. La realización de un grafiti sobre un edificio o monumento protegido es un delito penal y, como tal, puede ser sancionado con penas de cárcel de uno a tres años y multas de 12 a 24 meses, además de la restauración del daño con cargo al infractor, todo ello, además de las responsabilidades civiles en que pueda incurrir, para lo cual debe ser denunciado.

Es cierto que en materia de patrimonio no existe la misma alarma y concienciación social que respecto al medio ambiente o al maltrato animal, por ello, ante la desprotección de estos valiosos bienes, la solución pasa forzosamente por reforzar su vigilancia y aplicar la ley.

En Granada, así como en otras ciudades históricas, se ha reforzado la vigilancia mediante cámaras y agentes de policía del patrimonio y se denuncian sistemáticamente cualquier acto vandálico, de hecho son varios los casos de condenas de menores por el conocido juez Calatayud.

¿Por qué, entonces, ante los indicios de un posible delito no denuncian estos hechos a la policía o a la fiscalía los responsables del monumento más emblemático de Almería?

¿Es así como preservan nuestro patrimonio aquellos a quienes tenemos encomendada su defensa?

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